sábado, 5 de octubre de 2013

Peña Redonda (1820 m)


     Hoy va a ser un día especial; ya lo presiento desde el inicio del camino, en la Pola el Pino. Muchas veces, desde cualquiera de los picos del cordal de Aller, he visto la silueta de Peña Redonda y por eso, y también por el recuerdo de hace años de ser una de nuestras primeras salidas de montaña, es especial volver aquí.



     El camino es ya conocido; la última vez lo recorrimos Aurora y yo para acercarnos a las Foces del río Pinos con nieve abundante en febrero de este año.




Por el camino hacia la foz

    
     
     Coincidimos desde la fuente las Gavilanceras con Claudio, del Fariu, siempre con buen humor y charla divertida. El va hacia la Cabritera, y en el cruce del río nuestros caminos se separan.






     Desde aquí ya tenemos encima los verticales farallones calizos que bajan de la peña Panda y de Peña Redonda.

Antonio y José Manuel

     Al lado de esta cabaña del valle del Fondíl paramos un momento a reponer fuerzas y a quitar el chaleco; ya nos va dando el sol y la pendiente nos va haciendo entrar en calor.


     Pasamos la zona de cabañas, la parte boscosa de hayas, acebos y serbales y llegamos a la zona de matorral; la niebla sigue cubriendo la cumbre de Peña Redonda.

Enfocando la canal


     Mirando atrás tenemos tapadas por la nube las cumbres del Cuchu, la Forcada y el Retriñón.


     Mientras tanto desfilan sobre nosotros, en la base de la pared, un rebaño de rebecos. Se marchan subiendo por un lugar increíble para pasar al otro lado de los paredones, hacia el bosque.


     Increíblemente ágiles y rápidos, en un minuto trepa todo el grupo y desaparecen al otro lado de la cresta.


     Esta vaca fue bien aprovechada una vez muerta por los depredadores o de muerte natural, no lo se; a su alrededor hay plumas de buitre; más abajo está su espina dorsal, pero de los huesos menores y costillas no hay rastro, aprovechados seguramente por algún carroñero menor.





     Atraviesan el pedrero corriendo un par de rebecos; nosotros tardaremos más en subir esta canal de los Agriles. Subimos por la margen derecha hasta el final, girando a la izquierda por la rampa de hierba, bastante húmeda y resbaladiza, hasta salir a la cresta.


     Llegamos a la crestería de la cumbre, con la niebla tapándonos la vista hacia la cordillera, pero hacendo este precioso juego de contrastes.


     Pasamos un buen rato en la cumbre; hasta aquí nos llevó 3 horas y 3 cuartos y aquí estaremos casi otros 3 cuartos de hora disfrutando de las vistas entre la niebla.

El cordal de Aller


     Cuando ya íbamos a marcharnos de la cumbre siguiendo la arista, oímos que llegan otros dos montañeros. Nos quedamos a saludarlos y luego los invitamos a bajar cuando nosotros hacia el otro lado de la subida, para evitar el riesgo de la húmeda hierba en la empinada canal. Además llega a la cumbre una pareja que también se nos une. Bajaremos mejor todos por la vertiente sur.


     Antonio encabeza el grupo en la bajada; su experiencia y el conocimiento de la ruta de hace años nos da plena confianza.


     Seguimos la arista casi hasta el final, para encontrar la canal por donde se puede destrepar.


    Por fin vemos algo hacia la cordillera, aunque sólo sea la collada la Madera, entre la zona de la Fitona a la izquierda y la Laguna a la derecha.


     Abajo en el fondo del valle está Rioaller; vamos buscando la canal, pero nos desviamos algo a la derecha y tenemos que volver a subir para no meternos al cortado. No pasa nada, buscamos mejor camino y lo encontramos más al final de la crestería.


     Metidos en faena, procurando encontrar los mejores apoyos para aquellos que tenemos que tomar más precauciones en la bajada.


     Antonio y Jose nos indican la mejor manera de bajar; ellos se han encargado de explorar esta parte final del destrepe.


     Y aquí posamos como si fuese una foto de cumbre; de hecho fue una cumbre a la inversa, bajando. De izquierda a derecha están Nuria y Toño (¡que casualidad, encontrarnos aquí con un Lobo, primo de Aurora!¡vaya despistados que somos que no nos reconocimos primero!). Tumbado Toño, y con el trípode preparando una foto, Luis, su hermano. Y en la esquina derecha Antonio, Jose y yo.



     Jose me saca esta foto con la condición de que haga algún gesto. Ahí va: ¡cumbre conseguida!.


     Bajamos ahora disfrutando de la compañía y hablando unos con otros hasta la collada Palmián, un lugar de auténtica postal, a los pies de la Cabritera adonde habrá subido ya Claudio, nuestro compañero del Fariu.


     Y aquí estamos, en la fuente de la majada con Peña Redonda detrás, posando Toño Lobo, Nuria, su mujer, y yo, Javier Gómez, Lobo de adopción por mis chicas.

El precioso entorno de la cabaña con la cuadra y el tendejón


     Después de que Toño y Nuria coman algo, ya que no les dimos tiempo en la cumbre, y aprovechar nosotros para descansar también, bajamos a otra de las majadas más guapas de Aller, Caniella.


     Antonio nos cuenta aquí lo que quedó en anécdota pero que fue una situación apurada de un grupo familiar que quedó atrapado por una fortísima nevada. Durante cuatro días de nevada continua no pudieron moverse de aquí hasta que al final los grupos de rescate dieron con ellos.


     Y continuamos la bajada tranquilamente disfrutando del paisaje ...


... bajando hasta el inicio del bosque de hayas ...


Amanita muscaria

Por el bosque


     Llegamos a la zona de pastos y cabañas, frente a los crestones calizos que bajan de la Peña los Pandos.



     Vemos desde la zona de las cuevas la subida que hicimos por la mañana por la canal de los Agriles, mientras la cumbre de Peña Redonda sigue cubierta por la niebla.



     Y ya entramos de nuevo en la foz del río Pinos, con las rodillas algo cansadas después de todo el desnivel de subida - unos 1200 metros- y otros tantos de bajada, claro.

Cruzando el puentín de piedra del Pasadoiro


Colchicum autumnale


     Un sabio burro piensa de nosotros: "¡qué burros son estos humanos!, ¡qué buscarán allá arriba donde yo sólo subo si me obligan!".

     Y nada más que contaros; sólo decir que este sí que fue un día especial. Primero por mis compañeros de ruta; por la cumbre a la que volví a subir después de casi 35 años; por haber compartido la peripecia de la bajada con los hermanos Toño y Luis; por habernos encontrado Toño, Nuria y yo aquí, en el monte, porque la última vez que nos vimos fue en la playa de Penarronda donde estábamos Aurora y yo, precisamente donde pasa el verano Antonio ...

¡ Un saludo, amigos!

(Para ver un reportaje en vídeo pincha AQUI )

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