Esta es una ascensión que teníamos interés en hacer desde hace tiempo por distintos motivos. En 2012 nos acercamos Aurora y yo a verlo desde Aguilar de Campoo donde estábamos de vacaciones; José Manuel tambien tiene ganas y me pincha desde hace tiempo para venir este verano. Sólo nos hace falta un día bueno, un coche nuevo como el que estrena Jose y ... ¡un Tomtom para no perdernos por las carreteras palentinas!.
Bueno, allá va esa crónica.
Por fin llegamos a Vidrieros, después de varias horas de coche y algún despiste en un par de cruces. Son ya las 11:30 y del frío de la mañana estamos pasando al calor del mediodía.
Un vistazo al Curavacas miestras un montón de golondrinas se defienden de la pequeña rapaz que las molesta. ¡Ejemplo a aplicar en la vida y en la política!.
Salimos del pueblo por la pista junto a prados ya agostados, cruzamos un puente y a la derecha todo para arriba. Como el Curavacas está tan a la vista sólo queda subir el camino tan trazado por el paso de la gente cuesta arriba.
Un serbal cargado de frutos y detrás el bosque de robles característico de esta zona alta.
Este tramo avanza en ligera pendiente junto al arroyo que baja del gran canchal del Curavacas; subir a la sombra oyendo el rumor del agua es un goce que pronto dejaremos atrás.
Las últimas praderías que atravesamos antes de llegar a la zona cubierta de escobas o piornos como las llamamos en Asturias.
Esta foto es un resumen del paisaje: robles, serbal con frutos, pradería agostada, piornos y detrás el pedrero de cantos rodados y la roca de conglomerado con líquenes tan característica de esta montaña.
El último frescor del agua, justo antes de que la pendiente vaya aumentando cada vez más al llegar a los pedreros.
Ganamos altura avanzando entre los piornos y el pedrero, dejando atrás el valle con las praderías y el bosque.
Aquí el ritmo va bajando a medida que se empina el pedrero; miras atrás y vas viendo que aunque ganas altura poco a poco ...
... para arriba aún queda pedrero y más pedrero. Primer objetivo: al llegar a la base de la pared negra haremos un descanso para beber algo.
Y en este momento de descanso, sin ruido y sin gente bajando, vemos cómo cruzan el pedrero un par de rebecos jóvenes, que cuando nos ven a nosotros echan a correr.
De nuevo para arriba afrontando la parde empinada de este Callejo Grande que es la subida más habitual al Curavacas. Sabemos que nos vamos a empezar a cruzar con la gente que empieza a bajar de la cumbre porque hoy somos los últimos en subir por aquí.
El numeroso grupo que baja de la cumbre empieza a aparecer |
Subo un poco más rápido venciendo el cansancio y rabiado por el calor y lo pesado que se me hace este último tramo de la ascensión; después de cruzarnos con esta gente con la que hablamos, intercambiamos bromas y demás, una vez superado el callejo tengo que pararme a reposar unos minutos mientras Jose sigue a la cumbre.
Pero queda todo superado y en la cumbre aprovechamos unas banderas de oración budistas para hacernos las fotos de rigor.
Jose con el fondo de las otras cumbres del Curavacas y con el Espigüete detrás |
Los dos en la amplia cumbre con Picos al fondo |
¡Que magnífica vista hoy del macizo Central y del Oriental de Picos de Europa!
Miras primero a lo lejos para apreciar luego la belleza cercana: las crestas del Curavacas y más lejos otras altas cumbres de la montaña palentina, del Pico Murcia a Peña Prieta.
Y justo a nuestros pies el Pozo Curavacas; por el valle se oyen las esquilas de ovejas.
Asomándome hacia la subida veo el resto de la cresta de este extenso Curavacas y la canal del Vallejo Grande que subimos.
Bajo la cumbre los canchales de piedras sueltas, la zona de bosque y el valle donde está Vidrieros; más lejos Triollo y el pantano de Camposagrado.
Estamos un buen rato en la cumbre; llegamos a hora tardía pero se está a gusto aquí. José Manuel llama mi atención con una de sus poses favoritas de cumbre. ¡Es el momento para que hagamos un poco el ganso!
Son las 15:00 y somos los últimos en la cumbre. Casi no apetece bajar, después de lo que costó subir y de lo bien que se está ahora aquí.
De todas formas, para abajo, pues. De la cumbre al callejo que separa las dos vertientes ...
... y vista al Callejo Grande; abajo con precaución de no resbalar y no soltar alguna piedra. Delante de nosotros bajan despacio Fernando y Esperanza, con los que habíamos coincidido en la cumbre, y poco a poco bajamos los cuatro.
Un buen rato después, una vez relajados del descenso del pedrero, seguimos bajando entre bromas y con la locuacidad de Jose, que no se cansa ni de andar ni de hablar.
Una vez bajados todos los pedreros, ya en la zona de piornos, alcanzamos a Rosa, que se une a nuestro trenecito para seguir bajando juntos. Rosa lleva desde muy temprano caminando hoy y el cansancio ya va haciendo mella. ¡Jose la anima a su manera, provocándo su risa cuando se mete con ella diciendo que no llegó a la cumbre y que salió de un mato!.
El frescor del arroyo cantarín nos anima a seguir; además ya llevamos un buen rato pensando y hablando de la cervecina con gaseosa que vamos a tomar en Vidrieros.
Y aquí, una vez en tierra firme al lado de Vidrieros, hago esta foto de mis compañeros de hoy. Jose de Veguín, Rosa de Gijón incorporada en el último tramo de la bajada, y Esperanza, de Granada y Fernando del País Vasco con los que bajamos desde la cumbre.
¡Lo que la montaña une en un buen día montañero se corrobora delante de unas cervezas en el valle!
Y la tarjeta de cumbres del grupo con el que coincidimos, las Xanas de Trubia, con el que salen en ocasiones nuestros compañeros Isidro, Kilo y Rafa. Les devuelvo la tarjeta por correo como tengo costumbre hacer.
Bueno, y esto es todo; sólo desear que disfruteis con las fotos y como siempre
¡ un saludo, amigos !
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