domingo, 23 de abril de 2017

Pico Pozúa (1911 m)


     Fuente del  Infierno, cerca del puerto del Pontón, es nuestro punto de salida de hoy en una ruta al pico Pozúa.



     Justo al lado de la Fuente, empozada respecto a la carretera, tomamos por una pista que atraviesa el bosque de hayas.


     Enseguida tenemos  una vista hacia las laderas boscosas de Sajambre, bajo el pico Jario.


     El bosque está tapizado por plantas de arándanos  y de los brotes de  las ramas de las hayas empiezan a salir las hojas de un suave color verde.



     En el suelo, del barro fértil brotan las semillas de los hayucos haciendo  largas líneas de pequeñas plantas que germinan a la vez.


     Hay varias opciones para subir por la pista; todas suben dejando el arroyo a la izquierda y remontando después a la loma, por la que se tiene vista a la vertiente de Sajambre.

Una curiosa y colorida piedra

Plantas de gamones que empiezan a brotar; a menos altura ya crecieron  y empiezan a mostrar la flor.




     Figura fantástica del árbol con una rama desgajada.


Pequeña charca colmatada cerca ya de la majada Pozúa.


     Vemos desde aquí la crestería entre el Pozalón y el Niajo; a ver cuándo nos acercamos a ellos desde la collada Llaete.


En la majada Pozúa quedan sólo los restos de las antiguas cabañas.




     La primavera nos muestra todo el encanto de las flores: narcisos, diente de perro, prímulas …


.  Subimos un poco más arriba y hacemos una pequeña parada para comer algo; ya no podemos resistirnos a mirar atrás, porque la vista al Cornión y al macizo Central de Picos empieza a ser total.





     Nos concentramos en mirar adelante, hacia la collada frente a nosotros; el recorrido es evidente desde el inicio de la ruta y además algunos “jitos” señalizan el camino.


     La pendiente sigue siendo fuerte pero se lleva bien, por zona de pradería y también de agua encharcada que forma alguna “llamarga”.




     Bajo la nieve, que habrá desaparecido hace pocos días, los ratones y topillos hacen sus galerías de las que quedan los restos de esa especie de túneles que utilizan para moverse de un lado a otro.



Una zona de estratos de pizarras pone colorido al verde de la pradería



     Llegamos así a la collada, donde sopla una fría brisa del Norte; nos queda afrontar la rampa final  siguiendo las estacas que delimitan dos concejos leoneses: Sajambre y Burón.



Y tras subir por la zona rocosa final, ¡cumbre!.


     Las vistas desde aquí son una maravilla, empezando por el Cornión: desde Peña Beza y Canto Cabronero a la Peña Santa …


… Peña Santa y el grupo de la Torre Bermeja …


… el Central, con la nieve en la zona del Llambrión y la Palanca …


… al Este la Montaña Palentina entre Peña Prieta y el Espigüete …


… al Sur vemos Riaño, parte del embalse y el pico Yordas ...


… hacia el Suroeste los Mampodres cargados de nieve aún …


… y Peña Ten y Pileñes.


     Es una pena que hacia Ponga y Caso, en Asturias, el humo de los numerosos incendios provocados en el monte para quemar matorral –y a veces parte de bosque- formen con la niebla esa capa marrón que impide las vistas. Se distinguen el Collado Zorro y el bosque de Peloño con El Rasu, y más difuminado el Tiatordos.


     Justo aquí delante el Pozalón y el Niajo, con el Pierzu y el Carriá detrás, y el profundo corte que hace el río Sella en el desfiladero de los Beyos.



     Después de un rato en la cumbre comenzamos a bajar; si seguimos la divisoria de aguas por la cresta bajaríamos justo al puerto del Pontón …


     … pero optamos por volver por el camino de subida, hacia la majada Pozúa, para volver a pasar por el bosque.



     Bajamos con la vista puesta en las cumbres del Cornión y en el juego de luces y sombras de las nubes sobre ellas.




     Oíamos desde lejos sonidos de esquilas y es que en la pradería de la majada hay un grupo de yeguas  con sus potros y un caballo. 



Preciosa la estampa de este garañón, fuerte de patas y con una musculatura espléndida.


     Y de nuevo por el bosque, pisando las cáscaras vacías de los hayucos; nos entretenemos observando las cáscaras, las semillas y los jóvenes brotes de apenas dos o cuatro hojas.


     La hayas hacen un curioso efecto, con los líquenes colgando y las primeras hojas que van saliendo de los brotes.



     Y así, a la sombra de las hayas, seguimos bajando por la pista viendo entre las ramas a lo lejos los Picos.


     Bajo las hayas, tapizando el suelo en muchos sitios, plantas floridas y muchas matas de arándanos; ya van apareciendo las flores que se transformarán en los deliciosos arándanos silvestres a partir de julio y agosto.



     Y un poco más de recorrido y llegamos de nuevo a la Fuente del Infierno, donde nos refrescamos y nos aseamos en su fría agua.
     Espero que el recorrido de hoy os haya gustado y como siempre
¡ un saludo, amigos ¡

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