Fuente
del Infierno, cerca del puerto del
Pontón, es nuestro punto de salida de hoy en una ruta al pico Pozúa.
Justo al lado de la Fuente, empozada
respecto a la carretera, tomamos por una pista que atraviesa el bosque de
hayas.
Enseguida
tenemos una vista hacia las laderas
boscosas de Sajambre, bajo el pico Jario.
El bosque está tapizado por plantas de
arándanos y de los brotes de las ramas de las hayas empiezan a salir las
hojas de un suave color verde.
En el suelo, del barro fértil brotan las
semillas de los hayucos haciendo largas
líneas de pequeñas plantas que germinan a la vez.
Hay varias opciones para subir por la
pista; todas suben dejando el arroyo a la izquierda y remontando después a la
loma, por la que se tiene vista a la vertiente de Sajambre.
Una curiosa y colorida piedra |
Plantas de gamones que empiezan a brotar; a menos altura ya crecieron y empiezan a mostrar la flor. |
Figura
fantástica del árbol con una rama desgajada.
Pequeña charca
colmatada cerca ya de la majada Pozúa.
Vemos desde
aquí la crestería entre el Pozalón y el Niajo; a ver cuándo nos acercamos a
ellos desde la collada Llaete.
En
la majada Pozúa quedan sólo los restos de las antiguas cabañas.
La primavera nos muestra todo el encanto
de las flores: narcisos, diente de perro, prímulas …
. Subimos un poco más arriba y hacemos una
pequeña parada para comer algo; ya no podemos resistirnos a mirar atrás, porque
la vista al Cornión y al macizo Central de Picos empieza a ser total.
Nos concentramos en mirar adelante, hacia
la collada frente a nosotros; el recorrido es evidente desde el inicio de la
ruta y además algunos “jitos” señalizan el camino.
La pendiente sigue siendo fuerte pero se
lleva bien, por zona de pradería y también de agua encharcada que forma alguna “llamarga”.
Bajo la nieve,
que habrá desaparecido hace pocos días, los ratones y topillos hacen sus
galerías de las que quedan los restos de esa especie de túneles que utilizan
para moverse de un lado a otro.
Una
zona de estratos de pizarras pone colorido al verde de la pradería
Llegamos así a
la collada, donde sopla una fría brisa del Norte; nos queda afrontar la rampa
final siguiendo las estacas que
delimitan dos concejos leoneses: Sajambre y Burón.
Y
tras subir por la zona rocosa final, ¡cumbre!.
Las vistas desde aquí son una maravilla,
empezando por el Cornión: desde Peña Beza y Canto Cabronero a la Peña Santa …
…
Peña Santa y el grupo de la Torre Bermeja …
…
el Central, con la nieve en la zona del Llambrión y la Palanca …
…
al Este la Montaña Palentina entre Peña Prieta y el Espigüete …
…
al Sur vemos Riaño, parte del embalse y el pico Yordas ...
…
hacia el Suroeste los Mampodres cargados de nieve aún …
…
y Peña Ten y Pileñes.
Es una pena que hacia Ponga y Caso, en
Asturias, el humo de los numerosos incendios provocados en el monte para quemar
matorral –y a veces parte de bosque- formen con la niebla esa capa marrón que
impide las vistas. Se distinguen el Collado Zorro y el bosque de Peloño con El
Rasu, y más difuminado el Tiatordos.
Justo aquí delante el Pozalón y el Niajo, con el
Pierzu y el Carriá detrás, y el profundo corte que hace el río Sella en el
desfiladero de los Beyos.
Después de un rato en la cumbre comenzamos
a bajar; si seguimos la divisoria de aguas por la cresta bajaríamos justo al
puerto del Pontón …
… pero optamos por volver por el camino de
subida, hacia la majada Pozúa, para volver a pasar por el bosque.
Bajamos
con la vista puesta en las cumbres del Cornión y en el juego de luces y sombras
de las nubes sobre ellas.
Oíamos desde
lejos sonidos de esquilas y es que en la pradería de la majada hay un grupo de
yeguas con sus potros y un caballo.
Preciosa la estampa de este garañón, fuerte de patas y con una musculatura espléndida.
Y de nuevo por el bosque, pisando las
cáscaras vacías de los hayucos; nos entretenemos observando las cáscaras, las
semillas y los jóvenes brotes de apenas dos o cuatro hojas.
La hayas hacen un curioso efecto, con los
líquenes colgando y las primeras hojas que van saliendo de los brotes.
Y
así, a la sombra de las hayas, seguimos bajando por la pista viendo entre las
ramas a lo lejos los Picos.
Bajo las hayas, tapizando el suelo en
muchos sitios, plantas floridas y muchas matas de arándanos; ya van apareciendo
las flores que se transformarán en los deliciosos arándanos silvestres a partir
de julio y agosto.
Y un poco más de recorrido y llegamos de
nuevo a la Fuente del Infierno, donde nos refrescamos y nos aseamos en su fría
agua.
Espero que el recorrido de hoy os haya
gustado y como siempre
¡ un saludo, amigos ¡
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